Había que recuperar el fuego sagrado que Rivadavia derramó por muchas canchas del país y que junto al buen juego tantas alegrías le dio en los últimos años. De eso no había dudas y se había hablado en la semana previa, durante el viaje y en el hotel a pocas horas del clave partido ante Brown. Tenía que regresar si o sí, el esfuerzo, también recuperar el juego que en el PT el rojo mostró. No se podía fallar otra vez. Y vaya si volvió el rojo a ser el de antes. El equipo de Pirez en una parada bravísima ( no nos olvidemos que este equipo no cae en su casa desde hace mas de 3 años) a mas de 1100 kilómetros, se alzó con un punto fundamental y tuvo su premio merecido por la gran actitud demostrada en el estadio Raúl Conti.
En el inicio del partido el rojo no se quedó a ver qué hacia el equipo del ex Aldosivi y La Plata FC Dario Tempesta. Fue al frente, no se levantó dormido (se jugó a las 11hs ante más de 2000 espectadores) y se desarrolló un PT de ida y vuelta. Ale Sepúlveda, especialmente en la etapa inicial, recuperó el fútbol, la claridad que había perdido en los últimos meses y el rojo lo aprovechó. Gustavo Franco como lateral derecho se sumaba en ofensiva con criterio, al igual que Gho. Suárez se movía por todo el frente de ataque y lastimaba con su gran velocidad. Mientras que Manzoco que la rompió en el PT, figura del partido, al igual que Alsina, quitaba todo y entregó simple. El de Casares estuvo acompañado a su izquierda fue acompañado por el talentoso Dante Zuñiga, quien jugó en un puesto no habitual para él (volante por izquierda) y por momentos se lo notó impreciso, perdido en la posición y muy preocupado en la marca, aunque el sureño mostró también como todos sus compañeros mucha actitud y garra. A la defensa se la vio muy segura de la mano de Rocha y Schiavi, que durante los 90 minutos devolvieron todo lo que cayó en el área. También Fibiger tuvo un buen partido y resolviò bien en los centros, a pesar del fuerte viento en la mañana patagónica. El rojo jugaba, trataba bien el balón pero no creaba situaciones muy claras. Brown también llegaba y antes de la apertura del marcador un cabezazo de Pérez pasó cerca del travesaño. Hasta que a los 17 minutos tras una pelota parada desde la derecha llegó el centro, Del Cero metió un gran cabezazo que pegó en el travesaño y en el rebote, empujando a todos, ingresó Jorge Velásquez para desde adentro del área chica decretar el 1 a 0. Ganaba Madryn y parecía que todo se iba a hacer mas difícil pero, no. Rivadavia no se detuvo, siguió intentando. Hasta que a los 19 a Diego Vera le hicieron un foul de espalda en la puerta del área. El uruguayo Alsina tomó el balón y con un preciso zurdazo que se metió suavemente al lado del palo izquierdo de Luque marcó el empate justo. 1 a 1. Festejo loco, algarabía de todo el plantel y de los 20 hinchas que se hicieron presentes. Grito y puño cerrado de los muchos albirrojos que siguieron a su equipo por la radio. Después del empate, se vio el mejor fútbol de Rivadavia, aunque Brown tuvo una muy clara en los pies de Velásquez que se fue muy cerca del palo izquierdo.
El local no encontraba la pelota y el juego comenzó a tornarse violento. La indiferencia de Gianini para fuertes foules de los locales calentaba aún mas la lucha.
Asi se fueron los primeros 45, un local intranquilo y un Rivadavia muy seguro de lo que hacía.
El complemento fue muy diferente. La necesidad de victorias del local metió en un arco a un firme pero cada vez más retrasado Rivadavia. Solo las corridas del Guille le daban algo aire, en varios pasajes del ST, el rojo mantuvo la actitud pero ya no el fútbol. En pocos minutos, Brown generaría las mejores del partido. Jugando rápido, abriendo la cancha y a través de centros rasantes el local pudo haber cambiado la historia. Pero solo en las magras definiciones en jugadas muy claras se encuentra la respuesta de porqué Brown no pudo desequilibrar el tanteador.
Solo dos remates de Suárez (uno de tiro libre) fueron las oportunidades del rojo en el ST.
Apostando al contragolpe y tratando de no perder potencia en el área visitante, Juan Carlos Pirez, metió a Bianciotti por un cansado Vera. Luego vendrían Joaquín Pirez, de buenos minutos, por Sepúlveda, para renovar energías y más tarde Badano por Suárez para hacer correr el reloj de arena de Gianini.
A los 52´ de esa interminable etapa, se escuchó el silbato final. Y mientras se escuchaba la silbatina generalizada del estadio para el local, en el corazón del verde césped solo se observaba el festejo alocado pero muy sentido de todos los jugadores visitantes. Solo ellos sabían lo importante que era demostrase a si mismos que pueden dar pelea con esfuerzo y unión, como lo habían hecho muchas veces antes. Ese plus que lo caracterizó en los torneos anteriores, con el que tantas alegrías vivieron y que parecía adormecido en estos últimos partidos. Los hinchas que se acercaron hasta la distante ciudad patagónica, no solo se fueron conforme por el punto que sirve para sumar sino, mas aún, por ver ese intenso fuego rojo.
Lamentablemente, la situación actual de Rivadavia no admite traspiés, y todo lo positivo de la mañana de ayer deberá reconfirmarse el próximo fin de semana.
Pero no cabe duda, que esta versión patagónica del rojo, que incluye unión, actitud y esfuerzo compartido. Ilusiona y mucho.
En el inicio del partido el rojo no se quedó a ver qué hacia el equipo del ex Aldosivi y La Plata FC Dario Tempesta. Fue al frente, no se levantó dormido (se jugó a las 11hs ante más de 2000 espectadores) y se desarrolló un PT de ida y vuelta. Ale Sepúlveda, especialmente en la etapa inicial, recuperó el fútbol, la claridad que había perdido en los últimos meses y el rojo lo aprovechó. Gustavo Franco como lateral derecho se sumaba en ofensiva con criterio, al igual que Gho. Suárez se movía por todo el frente de ataque y lastimaba con su gran velocidad. Mientras que Manzoco que la rompió en el PT, figura del partido, al igual que Alsina, quitaba todo y entregó simple. El de Casares estuvo acompañado a su izquierda fue acompañado por el talentoso Dante Zuñiga, quien jugó en un puesto no habitual para él (volante por izquierda) y por momentos se lo notó impreciso, perdido en la posición y muy preocupado en la marca, aunque el sureño mostró también como todos sus compañeros mucha actitud y garra. A la defensa se la vio muy segura de la mano de Rocha y Schiavi, que durante los 90 minutos devolvieron todo lo que cayó en el área. También Fibiger tuvo un buen partido y resolviò bien en los centros, a pesar del fuerte viento en la mañana patagónica. El rojo jugaba, trataba bien el balón pero no creaba situaciones muy claras. Brown también llegaba y antes de la apertura del marcador un cabezazo de Pérez pasó cerca del travesaño. Hasta que a los 17 minutos tras una pelota parada desde la derecha llegó el centro, Del Cero metió un gran cabezazo que pegó en el travesaño y en el rebote, empujando a todos, ingresó Jorge Velásquez para desde adentro del área chica decretar el 1 a 0. Ganaba Madryn y parecía que todo se iba a hacer mas difícil pero, no. Rivadavia no se detuvo, siguió intentando. Hasta que a los 19 a Diego Vera le hicieron un foul de espalda en la puerta del área. El uruguayo Alsina tomó el balón y con un preciso zurdazo que se metió suavemente al lado del palo izquierdo de Luque marcó el empate justo. 1 a 1. Festejo loco, algarabía de todo el plantel y de los 20 hinchas que se hicieron presentes. Grito y puño cerrado de los muchos albirrojos que siguieron a su equipo por la radio. Después del empate, se vio el mejor fútbol de Rivadavia, aunque Brown tuvo una muy clara en los pies de Velásquez que se fue muy cerca del palo izquierdo.
El local no encontraba la pelota y el juego comenzó a tornarse violento. La indiferencia de Gianini para fuertes foules de los locales calentaba aún mas la lucha.
Asi se fueron los primeros 45, un local intranquilo y un Rivadavia muy seguro de lo que hacía.
El complemento fue muy diferente. La necesidad de victorias del local metió en un arco a un firme pero cada vez más retrasado Rivadavia. Solo las corridas del Guille le daban algo aire, en varios pasajes del ST, el rojo mantuvo la actitud pero ya no el fútbol. En pocos minutos, Brown generaría las mejores del partido. Jugando rápido, abriendo la cancha y a través de centros rasantes el local pudo haber cambiado la historia. Pero solo en las magras definiciones en jugadas muy claras se encuentra la respuesta de porqué Brown no pudo desequilibrar el tanteador.
Solo dos remates de Suárez (uno de tiro libre) fueron las oportunidades del rojo en el ST.
Apostando al contragolpe y tratando de no perder potencia en el área visitante, Juan Carlos Pirez, metió a Bianciotti por un cansado Vera. Luego vendrían Joaquín Pirez, de buenos minutos, por Sepúlveda, para renovar energías y más tarde Badano por Suárez para hacer correr el reloj de arena de Gianini.
A los 52´ de esa interminable etapa, se escuchó el silbato final. Y mientras se escuchaba la silbatina generalizada del estadio para el local, en el corazón del verde césped solo se observaba el festejo alocado pero muy sentido de todos los jugadores visitantes. Solo ellos sabían lo importante que era demostrase a si mismos que pueden dar pelea con esfuerzo y unión, como lo habían hecho muchas veces antes. Ese plus que lo caracterizó en los torneos anteriores, con el que tantas alegrías vivieron y que parecía adormecido en estos últimos partidos. Los hinchas que se acercaron hasta la distante ciudad patagónica, no solo se fueron conforme por el punto que sirve para sumar sino, mas aún, por ver ese intenso fuego rojo.
Lamentablemente, la situación actual de Rivadavia no admite traspiés, y todo lo positivo de la mañana de ayer deberá reconfirmarse el próximo fin de semana.
Pero no cabe duda, que esta versión patagónica del rojo, que incluye unión, actitud y esfuerzo compartido. Ilusiona y mucho.